Título original: Misterios comestibles
Editorial: Astiberri
Año: 2014
Guion y dibujo: Albert Monteys
Grado: A
Reseña: Hugo C
El cómic reseñado se puede obtener a través del enlace proporcionado al final de esta reseña.
Escribo esto con mi gata Flora (90 días y contando) subida a mi hombro cual lorito de pirata. (Por ahora es la única ubicación en la que puedo estar seguro de que el simpático roedor no intentará masticarse el ratón Microsoft que uso con mi laptop, ni el cable de la tableta digitalizadora, ni mi mano.) Afortunadamente ahora la tipa está lo suficientemente grande como para que no tenga que sujetarla, lo que antes me dejaba con sólo una mano libre y me dificultaba usar el teclado. Aunque, menos quejas, que Cervantes escribió el Quijote con una sola mano, y vamos al tajo.
Misterios comestibles es un cómic escrito y dibujado por Albert Monteys –quien supo ocuparse de la dirección del semanario satírico El Jueves– y editado por Astiberri en 2014 como parte de una colección de libritos de tapa dura sobre leyendas urbanas. No he leído los demás, sólo tengo este librito desde hace un par de años y como ahora estoy subiendo material a uno de mis canales de Telegram, me pareció oportuno releerlo y reseñarlo.
Se trata de un álbum compuesto de ilustraciones de una página e historietas breves de longitud variable –y con apenas dos o a lo sumo tres viñetas por página– que abordan supuestos mitos urbanos y curiosidades respecto a distintos alimentos y le dan a cada uno una vuelta de tuerca a cuál más delirante. ¿Es verdad que los carniceros trocean el intestino del cerdo y lo venden como calamar? ¿Es cierto que la comida china contiene abuelos chinos muertos? La premisa es absurda, la resolución lo es más aún.
Lo que acerca este libro a la perfección absoluta es el hilo que une todas estas historias, un inspector de Sanidad freelance –o sea, en la práctica, un detective privado– llamado Carlos Hidalgo, que es a partes iguales Torrente, Frank Castle y Jacques Clouseau, y que no sólo emplea procedimientos inusuales para resolver estos "misterios comestibles" sino que –¡por supuesto!– no tiene todos los caramelos dentro del frasco.
El dibujo de Monteys es claro pero no despojado, expresivo pero prolijo, en blanco y negro pero sobre un fondo uniforme de color azul, que de alguna manera lo acerca a la estética de los manuales de divulgación. Esto de alguna manera se mezcla y fermenta en el cerebro del lector y suma al disfrute de este libro irrepetible.
Descarga este cómic:
Misterios comestibles escaneado por Bostamr (CRG)
Sé un comiquero responsable: no leas mientras operas maquinaria pesada.